Entrevista a Norberto Pablo Cirio* “La Argentina está a la zaga de los estudios hispanoafricanos y aquí recién se está poniendo en valor la cuestión”
Por: Dulcinea Tomás Cámara. CESGE/Universidad de Alicante
Norberto Pablo Cirio (Buenos Aires, 1966) ha asumido como propia la tarea de estudiar la presencia africana en la Argentina. Lo que supone admitir la indudable renovación historiográfica que sus investigaciones han aportado y aún aportan, sobre todo en áreas disciplinares como la antropología cultural, la filología, la etnomusicología, y la historia social y política. Cirio ha asumido un compromiso intelectual que insiste en visibilizar la producción política y artística de los afroargentinos y su papel en la construcción histórica de un país considerado comúnmente como la “Europa” de Sudamérica cuyo blanqueamiento simbólico y material de fortísima vocación eurocentrista y claro signo racista, sobrevive a través de la resistencia a integrar la “cultura afroargentina” en la historia oficial.
Pero tanto él, como otros académicos, saben que la producción de conocimiento no ocurre en un vacío. Más allá de los obstáculos de publicación y circulación de sus investigaciones, de las trabas mentales e institucionales, de los aspectos “monomaníacos” del canon historiográfico, los objetos de estudio se mueven en un entramado social y simbólico, siendo éste en algunas ocasiones, tan o más poderoso que las condiciones materiales que lo minorizan.
La negación o indiferencia hacia estas voces marginadas sólo podrá ser superado con el esfuerzo de investigadores como Cirio. El rigor y la profusión de sus trabajos se sitúan en el espacio de la estricta contestación intelectual, a la manera del poeta guineano Francisco Zamora Loboch, actuando como una fuerza “Rompedora de teorías/rasgadora de mitos”.
¿Cómo y cuándo surge el interés por estudiar la presencia cultural africana en Argentina?
El interés fue, hasta hace poco tiempo, fruto de investigadores puntuales antes que de un programa científico por abordar la cuestión. Puede cifrarse en Néstor Ortiz Oderigo, fallecido en 1996, el pionero en el estudio africanista en el país. Él ha producido una vasta obra que cimentó todos los estudios que luego se realizaron. Actualmente, algunos de los libros que dejara inéditos al fallecer los está publicando la Universidad Tres de Febrero. La actual comunidad académica interesada en la cuestión fue generada a partir del libro Los afroporteños de Buenos Aires, de George Reid Andrews, publicado en 1980 (aunque la primera edición argentina traducida al español es de 1989). A partir de su estudio comenzó una nueva etapa de investigación, tanto en lo que respecta a la dimensión histórica de la cuestión como ―y esta fue la novedad― en su dimensión etnográfica, ya que se comenzó a recabar información documental a través de la oralidad en un grupo que se consideraba desaparecido del país, los afrodescendientes del tronco colonial. La denominación “del tronco colonial” para este grupo es un neologismo que creamos en 2006 con Juan Suaqué (presidente de Misibamba) para designar con más precisión a aquellos afroargentinos descendientes de negros africanos esclavizados, diferenciándolos así de otros colectivos negros del país originados a partir de otros procesos históricos, como la migración. Afortunadamente, este concepto ya ha ganado popularidad y reconocimiento, incluso entre la propia población afroargentina, lo cual es muy importante.
¿Qué dificultades materiales o resistencias conceptuales encuentra el investigador al afrontar un campo de estudio dominado por una larga trayectoria historiográfica nacionalista blanca y europea?
Aún hoy, lamentablemente, en la Argentina es una excentricidad, cuando no una impertinencia, decir que el campo de estudio “afro” tiene relevancia científica. Obnubilados por la ideología eurocéntrica que singló a nuestro país ya desde la Generación del ’80, tanto desde el sentido común como incluso desde el académico, se considera que este tema no ha lugar en las agendas de investigación. Los hechos y la producción académica, afortunadamente, demuestran lo contrario.
¿Cuáles son los mitos más comunes (o que usted ha detectado en su trabajo de campo) asociados a la cuestión de la presencia cultural africana en la historia Argentina? ¿Cuáles son reproducidos/asumidos con mayor frecuencia?
Hay tres mitos estructuradores del silencio social y académico respecto al campo de la negritud, y los tres tienen como común denominador la irrelevancia del tema. El primero es que los negros nunca fueron muchos, por lo que, cuantitativamente, la cuestión podría dirimirse con sólo redactar algunos renglones. El segundo es que los negros no llegaron al presente, por lo que, cualitativamente, no hay nada que investigar desde el punto de vista etnográfico. El tercero es que los negros no han legado nada a la cultura argentina o, lo que es lo mismo, que la identidad nacional ha sido construida de manera refractaria a esa antigua y exigua presencia, por lo que, virtualmente, no hay nada que reconocer. Estos tres mitos pueden ser falseados con las siguientes respectivas demandas. El primero es que lo que es hoy la Argentina participó y se benefició del comercio de esclavos, que su cifra sea pequeña o grande lo mismo da y, de acuerdo a los más recientes estudios históricos, parece ser que las dimensiones cuantitativas de la trata fueron mucho más grandes de lo que cabría esperar. El segundo es que, pese a todos los argumentos de la idea de la desaparición de los negros, nadie ha logrado explicar por qué una parte significativa de los argentinos contemporáneos se reconoce descendiente de negros africanos esclavizados. Tal es así que el Censo Nacional 2010 incluirá una pregunta al respecto. El tercero es que aún resta realizar una profunda y detenida investigación desde una perspectiva afrocéntrica sobre la riqueza cultural del país, no para establecer orígenes fundantes con pretensiones de legitimidad, sino para clarificar el proceso histórico de los cinco siglos de vida social en este territorio entre los tres grandes actores sociales partícipes: los aborígenes, los blancos y los negros africanos.
¿Qué tipo de fuentes existen en la actualidad? (registro material, periódicos, archivos, tradición musical, historia oral) ¿Existe una “literatura afroargentina”?
Uno tiende a suponer que “no hay nada”, incluso esa fue mi perspectiva cuando inicié la investigación. Hoy puedo decir que, en lo que respecta a documentación en archivos, hay muchísimo material, salvo que mal clasificado. Por ejemplo, en el Instituto de Musicología “Carlos Vega”, donde trabajo, existen no pocas grabaciones documentales a afroargentinos o a criollos que interpretan música negra pero, dado por deficiencias de los criterios taxonómicos empleados ―que no son ajenos, por lo visto, a una epistemología eurocéntrica―, han sido mal clasificadas, por lo que la revisión tiene que hacerse desde un conocimiento experto, y registro por registro. Igual nihilismo signó mi acercamiento al campo etnográfico y, debo confesarlo, me costó tres años de arduas negociaciones con la comunidad afroporteña, poder realizar etnografías de calidad. Hoy puedo decir que el material documental que he creado a través de la historia oral y los archivos de las familias afroargentinas constituyen la piedra basal de mis reflexiones. Respecto a la literatura afroargentina ella es tan variada como insospechada. La hay viva en la oralidad y reproducida vía la escritura, realizada tanto por hombres como por mujeres, abarca diversos géneros literarios, como canciones, refranes, expletivos, poesías de diverso metro y rima, prosa, obras de teatro, novela. Procede de las más diversas geografías del país: Chaco, Corrientes, Tucumán, Jujuy, Santa Fe, Entre Ríos y la Ciudad de Buenos Aires. Abarca los repertorios musicales propios de los afroargentinos, pero también la payada, el tango y la música académica. Sólo en el siglo XIX los afroporteños y afroporteñas publicaron cerca de una docena de libros, además de muchísimo material disperso en unos veinticinco periódicos que editaron, de los cuales cuatro he estudiado exhaustivamente: La Igualdad (1873-1874), La Broma (1876-1882), La Juventud (1876-1879) y El Aspirante (1882).
¿Existen colectivos constituidos en la actualidad de descendientes de afroargentinos?
La entidad más antigua en funcionamiento es la Casa de la Cultura Indo-Afro-Americana, creada por un matrimonio de afrodescendientes en la ciudad de Santa Fe en 1988. La otra entidad es la Asociación Misibamba. Comunidad Afroargentina de Buenos Aires, creada en Merlo (Buenos Aires), en 2007. Esas son las dos únicas entidades legalmente constituidas y representativas de sus respectivas comunidades.
¿Cree que una mayor visibilización de la población descendiente podría contribuir a ofrecer un discurso alternativo que con el tiempo se integrara en el discurso histórico hegemónico?
Sí, pero va a ser una tarea muy difícil y lenta. El argentino es profunda y cobardemente racista. Raramente lo dirá en la cara pero si uno lee, por ejemplo, los comentarios de los lectores en las notas de prensa sobre el tema que se publican en Internet, advertirá fácilmente esta cuestión.
¿Qué plataformas de difusión (e-journals, revistas científicas especializadas, centros culturales) existen en la actualidad en Argentina para estas investigaciones?
El tema afro goza, desde hace unos años, de una creciente popularidad. En parte es por mera moda intelectual-artística, de la cual desconfío como de la peste, pero en parte es por una demanda de conocimiento y reparaciones históricas respecto a las minorías, a los efectos de poder entendernos mejor como argentinos-americanos, y no como un sucedáneo de Europa, como le gustaba a nuestros próceres. En esa línea hay muchas vías de difusión y discusión del tema, por ejemplo la realización de jornadas, a razón de dos por año en la última década, y no pocos grupos de discusión, blogs y demás formatos de páginas web tan accesibles como gratuitas.
¿Qué es Mismibamba? ¿Qué es el grupo “Esplendor Afroargentino”?
Como expresé, la Asociación Misibamba. Comunidad Afroargentina de Buenos Aires (http://www.misibamba.org) fue creada en Merlo (Buenos Aires), en 2007 por un grupo de afroargentinos del tronco colonial y dos blancos, uno de ellos yo. Contamos con personería jurídica y tenemos cerca de doscientos socios activos y unos veinte adherentes. Nuestra misión es velar por el patrimonio social y cultural afroargentino, y para ello realizamos diversas tareas en pos de la concientización y la visibilización. Los años 2007 y 2008 estuvieron fuertemente orientados a cimentar las bases sociales de la comunidad, ya que entendemos que sin ese trabajo con la propia raíz ningún otro trabajo es posible. En 2009 comenzamos la segunda etapa de nuestra tarea, la visibilización y la educación hacia la sociedad mayor en los valores afroargentinos. En ese marco, por ejemplo, dimos el primer curso teórico-práctico de candombe porteño Escuchando a nuestros ancestros. Se trató de la primer iniciativa formal de la comunidad afroproteña por enseñar formalmente su tradición más preciada, tuvo una duración de cuatro meses y se graduaron doce alumnos, ninguno de ellos afrodescendiente. Son ellos ahora los poseedores de un saber que estuvo celosamente guardado y los nuevos responsables por difundirlo con responsabilidad. Por su parte “Esplendor Afroargentino” es un grupo que creé en agosto de 2009. Intenta constituir una ventana democrática de debate y difusión exclusivamente sobre la cultura afroargentina del tronco colonial, y actualmente cuenta con 63 miembros (http://ar.groups.yahoo.com/group/Esplendor_afroargentino). En ambos casos, mi rol es más el de un militante que de antropólogo social o, mejor dicho, de un antropólogo que cree que lo de “social” implica un compromiso ético de lucha contra la desigualdad y el olvido. En esta línea, no tengo “informantes”, como se llama en la jerga antropológica a quienes se estudia, sino amigos con los que tratamos de estudiar juntos a través de una lucha compartida.
¿De qué forma cree que los estudios sobre afroargentinos podrían integrarse en los incipientes estudios “hispanoafricanos”?
La Argentina está a la zaga de los estudios hispanoafricanos y aquí recién se está poniendo en valor la cuestión. Cada trabajo de campo y cada visita a un archivo enriquecen de manera significativa el aún escaso conocimiento adquirido. Brindo porque puedan comenzar a realizarse estudios desde una perspectiva regional, ya que el proceso esclavista fue, con los matices del caso, contemporáneo a toda América. Seguramente la experiencia y el conocimiento en la cuestión adquirida en otras latitudes ayudará a comprender lo que aquí sucede, y viceversa.
*Norberto Pablo Cirio nació en Lanús (Buenos Aires) en 1966. Doctorando en Cs. Antropológicas (UBA). Investigador del Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega” en los proyectos La música afroargentina: historia y vigencia de prácticas musicales vinculadas al culto a san Baltazar (desde 1991), La música tradicional gallega en la Argentina. Permanencia y proceso de cambio a partir del proceso migratorio (desde 1996), y Las prácticas musicales en el contexto de la religiosidad popular. Aproximación integradora desde lo religioso y lo musical (desde 2004).
Autora: Dulcinea Tomás Cámara. CESGE/Universidad de Alicante
3 de gener 2010
Esto es conmovedor! Por fin encuentro a un buen cristiano que tiene este enorme gesto de grandeza en mi propia casa. Migré a España hace ya 12 años, y siempre supe de mi bisabuela, que era negra, de la provincia de San Juan. Me emociona saber de este luchador, un verdadero héroe de los humildes, que da su vida por los negros argentinos. Ojalá pudiera estar en mi país para agradecerle y ver el renacer de mi cultura olvidada, que tantas tradiciones le ha aportado a la argentinidad. Seguro que los afroargentinos puros, aquellos que en los márgenes mantuvieron la raza intacta (con su música y sus comidas típicas) estarán orgullosos de contar con este prestigioso vocero de la verdad, dado que nuestra raza sola no puede. Y no por ser negros, sino porque ya nos han humillado bastante, y hasta ahora nadie se había ocupado de rescatarnos. Gracias Norberto, sos la muleta que mi raza necesitaba! Oh, gracias, alavado seas! Dios y la virgen te guarden en su gloria!
María.